lunes, 20 de septiembre de 2010

CAPÍTULO XXXIV. Último capítulo, Reflexiones y Despedida

Quince días después de mi llegada a España, superado el periodo de adaptación tras alguna noche en vela, creo que es tiempo suficiente para reflexionar y sacar unas conclusiones generales sobre mi viaje. Mentiría si dijera que no echo de menos algunas de las cosas de Ciudad de México, pero también lo haría si dijera que me encuentro incómodo o añorando diariamente mi vida allí.

Por una lado, me aprieta algo en la garganta cuando pienso en los chicos y las chicas con los que he tenido la suerte de trabajar. Es injusto que te roben la inocencia... Evidentemente su pasado no a sido un camino de rosas, más bien les han clavado todas las espinas posibles, y eso se refleja en sus ojos, aunque en realidad no dejan de ser adolescentes con sus comportamientos propios de la edad, sus sueños, sus inquietudes, etc. Por muy típico que parezca, realmente lo que más aprecian y agradecen es atención, cariño, que les ofrezcas tu tiempo, que sientan que pueden contar contigo para contarte lo que les pasa por la cabeza. Sus vidas son un continuo chorreo de ir y venir de gente, y no se me va de la cabeza algunas miradas de decepción el día de mi despedida, con un sentimiento de abandono que seguramente sea el más repetitivo a lo largo de sus cortas vidas. Con un pensamiento optimista, lo que me llena de esperanza es que haya gente verdaderamente entregada a la causa, que ayudan para sacar adelante muchas jóvenes vidas por las que nadie apostaría jamás, consiguen que los chicos y chicas tengan planes de futuro, darles una educación o un oficio, y herramientas suficientes para llevar una vida honrada y respetable.

Sé perfectamente que mi labor allí no se puede catalogar como grandiosa ni heróica, ni nada que se asemeje, soy uno más que a pasado por sus vidas. Simplemente he intentado transmitir mediante una de las cosas que más amo, el baloncesto, una serie de valores que a mi me han ayudado y siguen ayudándome en la vida. Estoy contento sabiendo que al menos he conseguido que a unos pocos de estos jóvenes les pique el gusanillo del baloncesto, que aprendan a autosuperarse, a trabajar diariamente para aprender, a trabajar en equipo por un mismo fin, a respetar normas, evidentemente unido a olvidar por un rato que viven encerrados en su realidad, a hacerles sentir un poco mejor con el bienestar de hacer deporte.



Por otro lado y mirándome un poco al ombligo, nunca había experimentado la vida independiente, tener otras obligaciones de pura supervivencia, el vivir alejado de mi familia y mi entorno con un océano de por medio, separarme de muchas comodidades de mi vida actual que quizá hasta que no te las quitan no las valoras, adaptarme a otra cultura y comprender otra realidad, sentir discriminación y rechazo por ser extranjero, respirar otro aire, ver cosas que quizá no hubiera imaginado ver nunca, cosas que solo piensas que vas a ver en la televisión, etc. Todo ellos con los muchos aspectos positivos y negativos que engloba, obviando las cuantiosas diferencias de vivir en una localidad como Azuqueca, y vivir en una de las ciudades más grandes del mundo como es Ciudad de México.

Realmente soy consciente de que hay algo dentro de mí que a cambiado, no radicalmente, pero si muchos pequeños detalles. No se si se podrá encontrar algún significado, quizá simplemente sea anecdótico, pero nada más llegar a mi hogar sentí la necesidad vital de tener que cambiar mi habitación a como estaba desde hace 10 años, muebles, colocación, decoración...

Todo el mundo me pregunta qué tal en México, no tengo palabras que quepan en una frase para describirlo; todo el mundo me pregunta que si repetiría la experiencia, evidentemente me encantaría poder irme otros dos meses a conocer otra realidad, otro país, otra ciudad, otro barrio, otra gente, otra cultura.

Para los que habéis seguido mis lecturas, gracias, espero que os haya resultado interesante, realmente para mi a resultado valioso el echo de escribir lo vivido. Lo que si tengo claro es que no hay que desperdiciar la vida, tu vida, porque solamente tenemos una, hay cosas que no vuelven atrás. En algunas culturas la muerte tiene significados diferentes a los que conocemos, quizá en algunas zonas la vida tiene más valor que en otras, he visto a un padre vender la vida de su hija por seis cervezas, ¿quién decide lo que es justo?. Hay quien está en este mundo terrenal 90 años, 60, 40, 25, o incluso quien desaparece con apenas unos suspiros de aire, por ello, para despedirme, como uno de los grandes dijo en más de una ocasión: La Vida Puede Ser Maravillosa.